15 de julio de 2012

Harren #3



Era una inusual y fría noche en Rasgacielos, aquello denotaba la inminente llegada del otoño, tal y como había anunciado el cuervo que provenía de Bastión de Tormentas. Harren recordó como el maestre Lawrence lo anunció solemnemente en el salón mientras comían. ─El verano ha llegado a su fin, mis señores, estamos oficialmente en otoño.─ Recordó Harren, él era un hijo del verano, este iba a ser su primer otoño, y después… conocería el invierno, sí, el invierno… «¿Qué tendrá el invierno para que todo el mundo le tema tanto? ─ pensó». Había leído libros al respecto, las crónicas relataban situaciones muy duras, frío intenso, horribles cosechas, hambruna… incluso, algo que le aterró, la Larga Noche, pero aquello pasó hace miles de años, y sonaba más a un relato fantástico que a una crónica histórica… «Eso son cuentos para asustar a los niños… ya no existen ni los otros, ni los hijos del bosque, ni los gigantes, ni si quiera los dragones…». Al pensar en los dragones suspiró.

Harren iba caminando a través de unos largos pasillos, la fortaleza de Rasgacielos era enorme, y no sabía muy bien a dónde iba. De repente oyó unos pasos, se asomó a través de una esquina y observó al mastodóntico primo norteño de los Thorton. Se llamaba Axel Whitehill, recordaba haberlo visto en la comida de aquel día, medía casi dos varas y mitad de otra, era una mole imponente, tenía una cara cuadrada además de una mirada aterradora. «Menudo armario, aunque supongo que el único destino de ese mastodonte es machacar cráneos, seguro que tiene serrín en esa cabezota ─, pensó Harren mientras sonreía con profundo desprecio.»

Mientras el joven estaba asomado por la esquina espiando al norteño, el caballero se percató de su presencia. «¡Oh no, maldición! ─Exclamó Harren para sus adentros». El joven giró sobre uno de sus pies, dio media vuelta y salió corriendo por el pasillo de la manera más sigilosa que pudo. Oía los pasos del caballero, y no parecía que anduviera, sino más bien que diera enormes zancadas. Le iba a alcanzar, tenía que hacer algo, no tenía escapatoria, debía fingir, a un norteño no le gusta que le espíen, y menos que le engañen, pero no tenía otra opción. 

Harren se detuvo en seco, se arregló el pelo, intentó respirar lentamente para recobrar el aliento y serenarse, se apoyó en la pared e intentó aparentar como si nada hubiera ocurrido. De golpe la luz que desprendía la antorcha de la pared fue eclipsada por la enorme figura del norteño, parecía que se iba a abalanzar sobre él. Pese a que Harren preveía su llegada, su aparición le asustó igualmente. «¡Por los siete, es enorme! ─ pensó. »

─¡Oye tú! ¿Qué hacías? ─ La voz del norteño era muy grave, en consonancia con la figura de aquel hombre aterrador. Harren le lanzó una mirada desconcertada. 

─¿Yo, mi señor? Estaba por aquí paseando, nada en especial, ¿os he molestado en algo?─ El muchacho hizo una excelente representación teatral, el norteño lo miró fijamente sin saber que decir, hasta que exclamó, ─no me habréis estado espiando, ¿verdad?─ Axel Whitehill clavó su mirada sobre Harren, parecía que intentaba penetrar su mente para averiguar que estaba pensando.

El muchacho frunció el ceño. ─¿Estáis sugiriendo que yo os estaba espiando? Perdonad que os diga, pero yo no tengo ningún motivo para ello. Me ofende que penséis así, de hecho yo no tengo nada en contra de vos, ni ninguna necesidad de saber que estabais haciendo ahora mismo.─ dijo Harren algo indignado.

Axel quedó dubitativo, no sabía que decir, examinó a Harren y tras un corto instante dijo ─muy bien, supongamos que es cierto, en ese caso disculpadme, pero como os pille espiándome de nuevo… ─

Harren le cortó, ─os aseguro que eso no ha sido así, y que por tanto no podría a volver a suceder─ dijo Harren con una sonrisa. 

«Venga va… cállate y lárgate mastodonte, déjame en paz ya». Axel le observó durante un instante y al final se dio media vuelta mientras bufaba. Cada uno de sus pasos retumbaban por el pasillo, tenía una manera de caminar fuerte y solemne, como si estuviera aplastando con sus botas las cabezas de sus enemigos muertos en combate al compás de unos tambores. Aquello hizo tiritar a Harren, aunque el problema se había resuelto, de momento.

El muchacho siguió andando lentamente por aquellos lúgubres pasillos, bajo la luz de las antorchas era presa de sus pensamientos, vagaba sin un rumbo aparente hasta que ocurrió algo inesperado. Harren vio una figura casi fantasmal, parecía una mujer en camisón, estaba al fondo del pasillo y la penumbra no dejaba identificarla, él procuró esconderse tras un pilar junto a la pared. La extraña mujer se detuvo frente a la entrada de una habitación, tocó cuatro veces a la puerta y dijo algo con una voz tenue que no llegó a oír bien. «¿Abrid mi amor ha dicho? ─ Pensó Harren, en ese mismo instante la curiosidad se apoderó de él. ─ Debo saber que ocurre ahí».

El joven Harren había celebrado hacía poco su decimoquinto día del nombre, no tenía muy claro qué era el amor, aquello de lo que la gente siempre hablaba y mitificaba, ese extraño sentimiento por el que se habían librado multitud de guerras. Había notado ciertos impulsos hacia algunas mujeres, una extraña atracción pero nunca había sabido cómo reaccionar ante ese misterioso instinto. Harren no era virgen, ya había probado las mieles del sexo, una muchacha desconocida se le acercó en la residencia de los Tintalle hacía unos días, aquel encuentro lo recordaba como un momento maravilloso, indescriptible, pero algo falló. Hubiese querido repetir y repetir y repetir muchas veces más a pesar del cansancio de aquel momento. Notó una extraña sensación, como si hubiera subido a lo alto de una enorme cumbre y se sintiera el rey de todo Poniente. Pero algo había en aquella muchacha que lo hacía sentir frío, distante, a pesar de todo aquel placer, faltaba algo, Harren no sabía muy bien que era. 

La entrada se abrió y la mujer pasó al interior de la habitación, Harren se sobresaltó, sus pensamientos se esfumaron cuando la puerta se cerró con un golpe seco. «Está dentro, debo investigar, además ¿esa no es la habitación de ser Stefford?» Harren se encogió de hombros y se deslizó por el pasillo haciendo el menor ruido posible. Llegó frente a la entrada de la habitación, respiró profundamente, se apoyó suavemente y posó su oreja derecha sobre las tablas de madera de roble viejo del que estaba compuesta la puerta.

─No puedes hacerme esto, me dejarás aquí sola. No deberías irte con esa… puta, me tienes a mi aquí, te lo ruego… ─ Dijo la desconocida con tono desconsolado. Su voz no era la de una doncella, era ya una mujer adulta, a Harren le sonaba algo familiar, la había escuchado en algún lugar de Rasgacielos, pero en aquel momento no sabía muy bien quién podía ser.

─Por favor, sé que nadie esperaba esto, de hecho, yo fui el primer sorprendido, me lo propuso la prometida de Aran, en un principio rehusé pero insistieron e insistieron. Además, no has de tener miedo, yo seguiré aquí una temporada, viajaré a Fuertepardo en alguna ocasión pero siempre que vuelva a Rasgacielos nos volveremos a ver. Será como siempre, como ha sido hasta ahora. No debes temer nada. ─ No había duda, era la voz de ser Stefford. Harren arqueó una ceja. «¿Qué demonios hace este hombre para llevarse detrás a tantas mujeres? Debo averiguar cómo lo hace».

─Stef, yo te quiero, por los siete, júrame que siempre estarás conmigo.─ La mujer parecía compungida. 

─Claro que sí, además sabes de sobra que siempre has sido mi auténtico amor, ¿cómo iba a dejarte yo ahora, cuando más me necesitas?─

─Ven, siéntate aquí, junto a mí.─ dijo ella con dulzura.

La cosa empezaba a ponerse interesante. Harren cada vez pegaba con más fuerza la oreja sobre la puerta, quería escuchar mejor lo que pudiera acontecer. Pero, en ese instante unos picores invadieron la punta su nariz y un hormigueo empezó a subirle hasta la frente, sus ojos se entrecerraron, y un sentimiento de alarma empezó a apoderarse de él. 

«No, ahora no debes estornudar, no ahora no, aguanta… aguanta…─ el muchacho se puso la mano izquierda frente a la nariz y se la presionó. ─En este preciso instante no… no por favor… no debes estornudar… no, no.. NO, ¡NO!»

Los intentos por impedirlo fueron inútiles, de hecho sucedió rápidamente, pese a que Harren trató de minimizar la detonación de su estornudo, el absoluto silencio del lugar hizo que sonara más parecido a una explosión de fuego valyrio. Harren abrió los ojos, y observó su mano llena de flema, su boca se torció en un gesto de auténtica repulsión, pero recordó enseguida que ese no era el problema más importante en ese mismo instante. Volvió a pegar la oreja sobre la puerta con rapidez.

─Un momento.─ Oyó hablar a ser Stefford, y seguidamente escucho que sus pasos se aproximaban a la puerta. «Huye, huye…¡HUYE! ─Pensó instintivamente Harren.»

Las piernas de Harren se pusieron en marcha de manera automática, casi tropieza en dos ocasiones, pero mantuvo el equilibro apoyándose en la pared. El cerrojo de la puerta sonó tras él, giró en ese mismo instante la esquina y subió por unas escaleras saltando escalones de tres en tres. «Corre, no debe pillarte, a saber qué es lo que hace contigo si te descubre. Corre, corre, debes correr más.»

Harren continuaba corriendo, había subido al piso de arriba y seguía por unos pasillos que no conocía, no sabía dónde iba. Giró la cabeza y se sintió presa del pánico al ver a ser Stefford en batín a punto de pillarlo. «¡Maldita sea! corre como una libre, me va a pillar, de hecho ya me ha descubierto ─ se lamentó Harren» El muchacho volvió a mirar al frente e intentó esprintar, entrecerró los ojos fruto del esfuerzo e inclinó el cuerpo hacia adelante para intentar coger más velocidad. Pero ocurrió algo inesperado, Harren sintió que Stefford le había agarrado del jubón. En ese mismo instante el muchacho perdió el equilibrio. El pasillo, que estaba ocupando su línea de visión pronto dejó paso al adoquinado del suelo. Su frente chocó contra las frías piedras y se deslizó un par de metros. El impacto fue duro, un terrible dolor invadió su sesera, cuando intentó alzarse giró su lastrada cabeza y observó a ser Stefford que le miraba con un visible cabreo. Harren se asustó y gateó hasta la pared, donde se apoyó e intentó levantarme conforme pudo.

─¿Se puede saber qué estabas haciendo? ─ El tono de ser Stefford estaba cargado de indignación.

─Yo, yo… no estaba haciendo nada, no pretendía… ─ «¿Qué no estaba haciendo nada? Maldita sea, cuéntale un chiste de paso, es evidente que no se lo va a creer. ─Pensó Harren para sí mismo.»

Conforme el muchacho se incorporó ser Stefford iba avanzando y él retrocediendo. El resultado fue que el joven cada vez estaba más arrinconado.

─ Veamos Harren… ¿sabías que escuchar las conversaciones de otras personas no es algo muy cortés? ─ Dijo Stefford con una extraña sonrisa que a Harren no le gustó en absoluto.

─ Yo, simplemente estaba buscando algo que hacer, me aburría, buscaba algo con qué entretenerme un rato, y… fue inevitable oírlo…

─ ¿Inevitable? ─ Stefford negó con la cabeza. ─ ¿Acaso no tenías la oreja pegada a la puerta? Ese estornudo sonó muy cerca… ─ Stefford seguía avanzando hacia Harren, y este último iba retrocediendo hasta que su espalda encontró una ventana en la cual se apoyó. El caballero se quedó mirando al muchacho. «Quiere tirarme, no tengo escapatoria, no debo mirar atrás, en cuando baje la guardia me empujará… no… no… este es el fin.─ Harren empezó a sudar. ─ ¿Y si intento escapar? No podría forcejear con él… es más fuerte que yo… y acabaría tirándome. ─ Harren se agarró con todas sus fuerzas a los salientes de la ventana».

─ Y dime, exactamente… ¿qué es lo que has escuchado? ─ Dijo Stefford con sorna.

─ Nada de importancia mi señor, ya no recuerdo muy bien. ─ Harren estaba visiblemente asustado.

Stefford observó bien al muchacho, estuvo un rato en silencio mientras contemplaba como sus rodillas temblaban. De repente alzó su mirada al techo mientras lanzaba un profundo suspiro.

─ Anda, ven, vamos a beber algo de vino. ─ Dijo Stefford. ─ Pero recuerda, hoy no has visto ni escuchado nada. ¿Entendido? ─

6 comentarios:

pipolet dijo...

Suerte que el vino puede hacer perder memorias, jajajaja.
Buenísima!

Aris dijo...

Vaya con el Targaryen entrometido xD

Ayrell dijo...

Pobre Harren, en el fondo es un incomprendido. xDDD

Kitos dijo...

Jajaja muy muy bueno, Harren no sabe de la que se ha salvado.... estaba a punto de hacer un "las cosas que hago por amor".
Mujeres y vino, una combinación explosiva, y al dia siguiente.. RESACA PARA VISITAR A LORD ARTHUR xDDD
Menuda buena impresión para el futuro suegro :)

P.D - Masa, has sido demasiado suave :P

Masaryk dijo...

Mmmmmm... ¿demasiado suave? ¿fuiste más agresivo con él?

Kitos dijo...

Stefford? No... yo hablo de Harren, está claro que ese niño trama algo.. xDDD
Daba la impresion de que sabía muy bien lo que hacía, y por qué lo hacía.
Huelo chantaje, igual que él huele a dragón xD

Espero que emborracharlo sirviese para nublar su memoria, aunque al final me va a caer bien y todo..